BREVE DISECCIÓN DEL PLAN DE OBAMA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
Obama presentaba ayer su Clean Power Plan |
El Plan de Obama
contra el Cambio Climático ha irrumpido con fuerza y supone un empujón para la política medioambiental –y, por lo tanto, económica- que ofrece ciertas
esperanzas para la Conferencia de París del próximo otoño, al menos en cuanto a
la predisposición del mayor contaminador del planeta. Una cita que se ve desde
el movimiento ecologista con la desesperanza de quienes han seguido una
sucesión de “oportunidades perdidas” en los últimos años, conferencia tras
conferencia.
El Clean Power Plan de Obama plantea una
reducción del 32% en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para el
año 2030 gracias a la promoción de las energías renovables, la eficiencia
energética y el abandono de las energías sucias. De antemano, luchar contra el
cambio climático a través de una transición energética es el mayor de los
aciertos del plan, pues el 84% de las emisiones de GEI en EE.UU. proviene del
sector energético (2013, EPA). Por desgracia, esto ha de ponerse en contexto
para poder juzgar el plan con rigor.
Según la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE.UU., en sus siglas en inglés), el
80% de los GEI emitidos en EE.UU. provienen de la utilización de combustibles
fósiles. Aunque en el plan se habla del sector energético, en realidad se está refiriendo a la generación de electricidad. Buena parte del
consumo energético se produce en el transporte o en la calefacción de los
hogares, donde son importantes el petróleo y el gas natural, dos de los
combustibles fósiles (faltaría el carbón, con más implantación en la generación
eléctrica), por lo que queda fuera del plan una parte importantísima de las emisiones de GEI. Obama aprovecha la explosión del fracking, con la que EE.UU. ha conseguido
aumentar de forma explosiva su producción de petróleo no convencional y gas
natural. Las emisiones por carbón se han reducido en los últimos años por este
desplazamiento hacia el gas natural, algo que Obama no ve con malos ojos a
pesar de que –aunque menor- también es fuente de emisiones y de que los
expertos calculan que antes de finalizar la presente década, la extracción
mediante fracking comenzará su declive.
Los planes de
transición hacia economías bajas en carbono tienen como objetivo de fondo
alcanzar el objetivo, definido por el IPCC, de tratar de evitar que el
calentamiento del planeta supere los 2ºC respecto a los niveles
preindustriales. Para ello, se calcula que es necesaria la reducción de
emisiones de GEI hasta alcanzar una concentración de los mismos en la atmósfera
inferior a las 350 ppm, sabiendo que recientemente superamos las 400 ppm. La
comunidad científica calcula que para lograr este objetivo, es necesaria una
reducción de emisiones en 2030 del 40% respecto a los niveles de 1990. La
reducción prometida por Obama falla en este objetivo por tres razones: 1/ La
cifra (32%) ni siquiera alcanza la necesaria; 2/ la reducción se plantea
respecto a los niveles de 2005, año en que se alcanzó un máximo en esa variable,
lo que implicaría una cifra menor respecto a 1990: tan solo el 20%; 3/ además,
el 32% de reducción no se dirige a las emisiones de toda la economía, sino tan
solo al sector energético, lo que hace que la cifra final sea todavía inferior
a ese 20%.
Lograr una
transición hacia una economía hipocarbónica exige esfuerzos mayores en la
reducción de emisiones, quedándose el plan de Obama bastante lejos (menos de la
mitad) de los objetivos que señala la comunidad científica. Esta exigencia pasa
por planes poliédricos, que contemplen todos las caras del problema y no solo
una (la generación eléctrica). El fomento de las energías renovables y la
eficiencia no bastan para lograr el tercer objetivo de abandono de las energías
sucias (combustibles fósiles y nuclear, pero este es otro tema). Esto debe ir
acompañado de un urbanismo más compacto que reduzca las necesidades de transporte, el fomento del transporto público, la
electrificación del transporte en su conjunto, la reducción de los
requerimientos de energía y energía sucia de los hogares a través de la energía
solar térmica y el diseño inteligente,
el fomento del comercio local, el abandono de la agricultura industrial fuertemente dependiente del petróleo y la vuelta a los eficientes métodos de la agricultura tradicional, y un largo
etcétera de medidas que no solo serían más eficaces en la lucha contra el
cambio climático, sino que contribuirían al bienestar más inmediato de la
sociedad.
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