miércoles, 10 de junio de 2009

Reflexiones nucleares: I



Las primeras centrales nucleares brotan en nuestro suelo en pleno "desarrollismo" franquista, en los 60. Pero el boom de las nucleares en España se da en 1982 cuando, en solo 6 años, casi se septuplicó la producción (en Millones de KW/H) de energía nuclear, de tal manera que el 40% de la energía producida era nuclear en 1988. Como todo, las fechas no son casuales y, a mi parecer, responden a procesos históricos muy concretos. No es casualidad que las primeras nucleares se construyeran en 1968, 10 años después de que España, de la mano de los EEUU y el FMI, entrara de pleno en el sistema capitalista de libre mercado, inevitablemente aparejado a un modelo de consumo insostenible, depredador de recursos naturales, que requería (y requiere) de un potentísimo sistema energético.

El boom de 1982, al contrario de lo que pueda parecer, no es fruto de una apuesta decidida e innovadora por parte de los Gobiernos de la democracia, sino que se trata de la puesta en funcionamiento del Plan Nacional de Energía, elaborado por la maquinaria tardofranquista en 1975 con el objetivo de sustituir el petróleo tras la crisis de dos años antes.

Actualmente las renovables ganan terreno y la estructura energética se ha diversificado. El porcentaje que representa la energía nuclear actualmente es el 20% del total. ¿Quiere decir esto que la tendencia de la energía nuclear es la reducción? No es así: la producción de energía nuclear se mantuvo más o menos estable desde 1988, una vez finalizado el boom. Así, desde 1982 a 2005, mientras la producción de energía nuclear se septuplicaba, la producción total "tan solo" crecía el doble.


Por lo tanto:

1- En la historia reciente la apuesta más vigorosa en materia de energía, ha sido la nuclear y no la renovable, donde parece ser que somos punteros.
2- Esta apuesta está fundamentada en el pánico creado en torno a la crisis del petróleo de 1973, con el objetivo de sustituir a éste. Algo que incontestablemente no se ha conseguido y que ni tan siquiera se ha perseguido de manera creíble.
3- Los costes ecológicos de la nuclear son mucho más graves que los de las renovables (que también los tienen), pero ese no es el problema de fondo, que no es otro que el modelo de consumo insostenible.

Por eso hay que abogar por el cierre de Garoña y de todas las demás, pero también y de manera paralela, por otro modelo económico que no se base en la producción tendente a infinito, porque este requiere de una producción energética también tendente al infinito.

En la próxima entrada escribiré sobre las voces que desde posturas pretendidamente progresistas y con una estética "verde" defienden las centrales nucleares.