lunes, 24 de agosto de 2015

La crisis china y el petróleo: la vuelta de la Gran Recesión

China petróleo
China pierde fuelle. El gigante asiático ha pasado de una tasa de crecimiento medio del 7'4% entre 2010 y 2014 a una previsión de tan solo el 2,8% para 2015 según el Banco Mundial. Esa caída de más de 1/3 en el crecimiento de la economía China no tiene tan solo consecuencias inmediatas para el resto de la economía mundial, sino otras indirectas. En su expansión hacia una economía de mercado, China se convirtió en 2014 en la primera economía por PIB a nivel mundial, superando a EE.UU., por lo que si no nos extrañó que la crisis financiera del país americano hiciera temblar a la economía mundial, haríamos mal en quedarnos de brazos cruzados ante esta sacudida. 

China, cuyo crecimiento se ha sostenido durante estos años en la expansión inmobiliaria y, sobre todo, en las exportaciones, ha tomado la determinación de devaluar su moneda nacional (el yuán) para impulsar a las mismas. Esto efrenta a EE.UU. a un doble problema:


  • La capacidad de financiación de la economía China fue a parar en buena medida a comprar deuda estadounidense. Esta deuda se compró con yuanes que, tras la devaluación, tienen menor valor.
  • EE.UU. estaba a punto de llevar a cabo una operación para fortalecer el dólar, que se encuentra perdiendo valor frente al Euro en los últimos años. Si ya era difícil competir con las exportaciones chinas en la situación actual, la devaluación China hace la apreciación del dólar más peligrosa para la economía estadounidense. 

Además, China cuenta con reservas de prácticamente todos los recursos (incluso hay recursos, de alto valor económico, cuyas reservas se encuentran exclusivamente en territorio Chino). Las turbulencias en su economía han hecho que los precios internacionales de los recursos se desplomen, afectando directamente a otros grandes exportadores de recursos como Brasil.

Pero quizá lo más grave está pasando desapercibido. Como ya es sabido, la llegada del pico del petróleo en 2006 ha inaugurado una etapa de alta volatilidad en los precios del crudo, haciendo las inversiones en la búsqueda de nuevos yacimientos o nuevas técnicas de extracción, crecientemente inciertas. Los clásicos shocks del petróleo han respondido históricamente a su encarecimiento (crisis del 73 y del 79), pero en el futuro, la crisis probablemente adquiera un carácter más sistemático vinculado a la volatilidad de su precio.  En la actualidad nos encontramos en una fase bajista, con los precios del petróleo por los suelos. 

El petróleo es una materia prima que, en el mercado internacional, se comercia en dólares. Esta es una cuestión geoestratégica de tanta importancia, que fue uno de los principales motivos de la invasión de Irak en 2003, pues Saddam Hussein había amenazado muy seriamente con empezar a vender en Euros su crudo. No solo es que al ralentizarse la economía China el propio sistema socioeconómico vaya a demandar menos petróleo para sus automóviles, aviones, industrias, etc. La devaluación del yuán, es decir, su pérdida de valor, hace más difícil la compra de dólares para adquirir el petróleo (máxime si la Fed lleva a cabo la apreciación de su moneda). La doble caída de la demanda China de petróleo, es muy probable, empujará los precios todavía más hacia abajo. Para un país importador como España esto, de manera directa, es una buenísima noticia en términos macroeconómicos, ya que tendría un efecto positivo sobre el crecimiento del país. No obstante, en EE.UU. esto puede desatar una crisis de consecuencias nefastas.

rentabilidad fracking
Línea de rentabilidad de los pozos de fracking. La línea representa
el precio del petróleo hace unos meses, la barra, el precio al que cada 
yacimiento es rentable.
El llamado "milagro del fracking" en EE.UU. ha consistido en lograr que el país vuelva a liderar las listas de países productores de petróleo. Lo ha conseguido a través de una nueva técnica que simplemente dejará de ser rentable si los precios siguen cayendo. Ya había expertos que cuestionaban su rentabilidad con los precios anteriores a la última caída (superiores a 100 $/barril), pero es que con los niveles de los últimos meses la mayoría de los pozos estadounidenses estaban en serio peligro -como se puede apreciar en el gráfico adjunto- y, si estaban logrando sobrevivir, era fundamentalmente por la protección de los seguros de precios que tenían contratados y por la burbuja especulativa que rodea a este 'boom', espoleado sin disimulo por el Gobierno de Obama. Es tal la euforia que los más exaltados hablaban de América Saudí y, en las regiones donde se ha utilizado esta técnica de extracción se ha desatado una fiebre similar a la del oro en el siglo XIX. La burbuja del 'fracking' ha motivado la aparición en estos Estados de proyectos tan estúpidos que recuerdan al despilfarro que hemos vivido en España, como es el caso de la gran piscina de olas construida en Dakota

Es difícil exagerar las consecuencias del pinchazo de la burbuja del fracking (que habría tenido lugar de todos modos, más tarde o más temprano, pues las tasas de agotamiento de estos pozos son exponenciales), pues sus mismos promotores son los que la han elevado a motor económico en EE.UU. 

Nos encontramos ante un panorama de una complejidad extraordinaria y que nos conduce, aparentemente y si no cambian muchas cosas, hacia una nueva Gran Recesión.

miércoles, 5 de agosto de 2015

TRAMPAS AL SOLITARIO

BREVE DISECCIÓN DEL PLAN DE OBAMA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

Obama Clean Power Plan
Obama presentaba ayer su Clean Power Plan
El Plan de Obama contra el Cambio Climático ha irrumpido con fuerza y supone un empujón para la política medioambiental –y, por lo tanto, económica- que ofrece ciertas esperanzas para la Conferencia de París del próximo otoño, al menos en cuanto a la predisposición del mayor contaminador del planeta. Una cita que se ve desde el movimiento ecologista con la desesperanza de quienes han seguido una sucesión de “oportunidades perdidas” en los últimos años, conferencia tras conferencia.

El Clean Power Plan de Obama plantea una reducción del 32% en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para el año 2030 gracias a la promoción de las energías renovables, la eficiencia energética y el abandono de las energías sucias. De antemano, luchar contra el cambio climático a través de una transición energética es el mayor de los aciertos del plan, pues el 84% de las emisiones de GEI en EE.UU. proviene del sector energético (2013, EPA). Por desgracia, esto ha de ponerse en contexto para poder juzgar el plan con rigor.

Según la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE.UU., en sus siglas en inglés), el 80% de los GEI emitidos en EE.UU. provienen de la utilización de combustibles fósiles. Aunque en el plan se habla del sector energético, en realidad se está refiriendo a la generación de electricidad. Buena parte del consumo energético se produce en el transporte o en la calefacción de los hogares, donde son importantes el petróleo y el gas natural, dos de los combustibles fósiles (faltaría el carbón, con más implantación en la generación eléctrica), por lo que queda fuera del plan una parte importantísima de las emisiones de GEI. Obama aprovecha la explosión del fracking, con la que EE.UU. ha conseguido aumentar de forma explosiva su producción de petróleo no convencional y gas natural. Las emisiones por carbón se han reducido en los últimos años por este desplazamiento hacia el gas natural, algo que Obama no ve con malos ojos a pesar de que –aunque menor- también es fuente de emisiones y de que los expertos calculan que antes de finalizar la presente década, la extracción mediante fracking comenzará su declive
Los planes de transición hacia economías bajas en carbono tienen como objetivo de fondo alcanzar el objetivo, definido por el IPCC, de tratar de evitar que el calentamiento del planeta supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales. Para ello, se calcula que es necesaria la reducción de emisiones de GEI hasta alcanzar una concentración de los mismos en la atmósfera inferior a las 350 ppm, sabiendo que recientemente superamos las 400 ppm. La comunidad científica calcula que para lograr este objetivo, es necesaria una reducción de emisiones en 2030 del 40% respecto a los niveles de 1990. La reducción prometida por Obama falla en este objetivo por tres razones: 1/ La cifra (32%) ni siquiera alcanza la necesaria; 2/ la reducción se plantea respecto a los niveles de 2005, año en que se alcanzó un máximo en esa variable, lo que implicaría una cifra menor respecto a 1990: tan solo el 20%; 3/ además, el 32% de reducción no se dirige a las emisiones de toda la economía, sino tan solo al sector energético, lo que hace que la cifra final sea todavía inferior a ese 20%.


Lograr una transición hacia una economía hipocarbónica exige esfuerzos mayores en la reducción de emisiones, quedándose el plan de Obama bastante lejos (menos de la mitad) de los objetivos que señala la comunidad científica. Esta exigencia pasa por planes poliédricos, que contemplen todos las caras del problema y no solo una (la generación eléctrica). El fomento de las energías renovables y la eficiencia no bastan para lograr el tercer objetivo de abandono de las energías sucias (combustibles fósiles y nuclear, pero este es otro tema). Esto debe ir acompañado de un urbanismo más compacto que reduzca las necesidades de transporte, el fomento del transporto público, la electrificación del transporte en su conjunto, la reducción de los requerimientos de energía y energía sucia de los hogares a través de la energía solar térmica y el diseño inteligente,  el fomento del comercio local, el abandono de la agricultura industrial fuertemente dependiente del petróleo y la vuelta a los eficientes métodos de la agricultura tradicional, y un largo etcétera de medidas que no solo serían más eficaces en la lucha contra el cambio climático, sino que contribuirían al bienestar más inmediato de la sociedad.