miércoles, 1 de julio de 2009

Reflexiones nucleares: II

Lo prometido es deuda, aquí va la segunda parte. Como decía al final de la última entrada, el movimiento pronuclear "vende" una estética progresista y verde. Para muestra un botón.

Existen algunos mitos dentro de la defensa nuclear, como que se reduce la dependencia del exterior, es decir: que tendremos que dejar de importar energía de otros países. Poderosa mentira que cala muy bien en los oídos de la gente. Tomándose una ligera molestia, cualquier ciudadano/a puede conocer la balanza energética y darse cuenta de que España es exportadora de energía. Es falso por lo tanto que existe dependencia energética del exterior, ya que producimos más de lo que consumimos.

Con respecto al argumento, casi amenaza, de que si Garoña cierra aumentará la factura de la luz, baste señalar que la Central de Garoña representaba solo un 1,2% de la energía total en 2007, y esto siendo exportadores netos de energía, por lo que su cierre no debe implicar tal cosa.

Pero eso no va al fondo de la cuestión, tan solo se queda en la superficie, en cerrar una Central obsoleta, peligrosa e innecesaria. Quiero ir un poco más allá, como ya apunté en la anterior entrada.

Es curioso como "el sistema" es capaz de asimilar reivindicaciones potencialmente transformadoras, aplicando leves medidas cosméticas que se quedan en la superficie, consiguiendo amortiguar tal potencial transformador. Me estoy refiriendo, por si alguien lo duda, al ecologismo, que muchos dicen compartir pero, ah, llega la hora de la verdad... y aparece Garoña. Voy a citar al filósofo C. Castoriadis (he citado a un intelectual, ¡soy un pedante!): "la ecología es subversiva porque pone en entredicho la representación del Capitalismo que domina al planeta. Rechaza la idea central [de esa representación], según la cual nuestro destino reside en aumentar constantemente la producción y el consumo. Muestra el impacto catastrófico de la lógica capitalista sobre el entorno natural y sobre la vida de los seres humanos."Como puse de manifiesto en la entrada anterior, la proliferación de la energía nuclear en España reside en las necesidades de una sociedad que se adentra en la economía de mercado (y que además liberaliza el mercado energético), con unos requerimientos de consumo tan elevados como que tienden a infinito.

Toda empresa debe maximizar su beneficio y producir cada vez más y más, independientemente de las necesidades de la ciudadanía. Eso no es problema, las necesidades ya se encarga de crearlas la publicidad, sector estratégico en el que las empresas cada vez invierten más (¿por qué será?). Esta lógica y no otra es la que impulsa al sector energético, algo que no ocurriría si éste fuera socializado, claro está. Pero esto no es así, y el lobby nuclear quiere, lógicamente, mantener una de sus factorías en funcionamiento, dado que habiendo sido amortizada sigue dando beneficios. Mientras el lobby nuclear se beneficia del mantenimiento de su negocio, la ciudadanía asume los costes a través de:

* La asunción de un peligro latente, máxime cuando se trata de una Central tan antigua.
* Las pérdidas medioambientales relacionadas con la emisión continua de radiactividad y el almacenamiento infinito de residuos.
* La responsabilidad pública del almacenamiento de residuos, a través la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos.


Y que nadie se lleve a engaños, si se cierra finalmente Garoña, no será por firmes convicciones, sino porque el lobby nuclear habrá perdido la partida contra el lobby de las renovables.

La solución no es otra que la reducción del consumo energético mientras se camina hacia un modelo 100% renovable. Pero para eso hace falta un modelo productivo que no fomente el crecimiento imparable del consumo energético y un sector de la energía al servicio de la sociedad y no de la rentabilidad.