miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿Hay combustible para crecer al 2'5%?

EXPERTOS Y GOBIERNOS QUE NO PREDIJERON Y NOS EMPUJARON A LA CRISIS: VUELVEN A LA CARGA.

"Creo que si algunos acontecimientos que se están produciendo y que afectan al tipo de cambio y al precio de las materias primas se mantiene, España puede crecer más del 2% el año 2015".

Esta afirmación de Mariano Rajoy la semana pasada ha inaugurado una nueva ola de optimismo en las declaraciones de miembros del Gobierno y analistas que, incluso, afirman que el crecimiento podría ser aún mayor. El PIB suele definirse mediante la siguiente identidad contable:


Donde C es el consumo, I la inversión, G el gasto público, X las exportaciones y M las importaciones. En concreto, hay quien afirma que podría crecerse al 2,5% de la mano de la demanda interna (crecimiento del consumo), los bajos tipos de interés (que incentivarían la inversión) y de los bajos precios del petróleo (lo que reduciría el valor de las importaciones, puesto que España no extrae petróleo). Al margen de lo discutible de las dos primeras premisas, llama poderosamente la atención la osadía de expertos y gobierno al hacer afirmaciones de tal rotundidad dejándolas descansar en los volátiles precios del petróleo lo que, como veremos, puede hacer saltar por los aires todas las previsiones.

Importaciones de petróleo España
Miguel Sebastián, ex ministro de Industria, diferenciaba cuatro tipos de país según su comportamiento energético: los que producen mucha energía y consumen mucha; los producen mucha y gastan poca; los que producen poca y gastan poca y los que producen poca y gastan mucha. Efectivamente, España, como la mayoría de la vieja Europa, se encuentra en el último de estos escenarios. Desde los años 60, el consumo de petróleo por parte de la economía no ha hecho sino incrementarse, excepción hecha del estancamiento vivido tras la crisis petrolífera del 79, cuando la cuestionada Transición española intentaba consolidar un nuevo modelo económico, político y social que hoy hace aguas, y de la ‘gran depresión’ actual. Al no ser España un país extractor de petróleo, lógicamente todo el consumo interno se corresponde con importaciones netas del combustible, lo que supone una losa para la economía española.
Aunque  la actual crisis económica ha hecho retroceder nuestros niveles de consumo de petróleo hasta niveles de la década de los 90, la factura petrolífera no cesaba de crecer, de la mano de un barril de Brent que alcanzaba en 2013 un máximo de 118’75$. 

Importaciones de petróleo España
En el gráfico de la derecha podemos comprobar cómo, a pesar de la caída de las importaciones en volumen (toneladas), la factura iba haciéndose tendencialmente mayor. De hecho, las importaciones de crudo ascendían al 4’6% del PIB en 2012 y 4’3% en 2013, lastrando aún más la ya de por sí maltrecha economía española y europea, que además se veía azotada por el conflicto –con una fuerte trascendencia energética– entre Rusia y Ucrania. Del total de energía consumida en España en 2012, el petróleo representa nada menos que casi la mitad (48%, según datos del IDAE). El petróleo es, literalmente, el combustible de la economía, por lo que el aumento de su factura es una amenaza que sería una irresponsabilidad ignorar.

¿Qué elementos forman parte de esta factura? Como ya hemos dicho, asumimos que la totalidad del petróleo que se consume en España es importado, lo que quiere decir que tenemos que obtenerlo en el mercado internacional. Para EE.UU. es una cuestión de pura supervivencia que el comercio mundial de petróleo esté denominado en dólares y así lo defiende, nosolo por la vía diplomática. Por lo tanto, un elemento a tener en cuenta en el cálculo de nuestra factura es el tipo de cambio entre el euro y el dólar. Si aplicamos este tipo de cambio al producto de cada barril importado por su precio, obtendremos la cantidad de esta pesada mochila con la que carga una economía como la nuestra: de las que producen poca energía y consumen mucha. La ecuación sería la siguiente:


Calcular la factura utilizando datos reales sería un ejercicio de futilidad, pues las operaciones de compra se realizan en un momento concreto, en el que el precio y el tipo de cambio se encuentran cotizando a un determinado nivel que fluctúa prácticamente al segundo. Se trata aquí de analizar cómo reacciona esta factura ante movimientos de todos sus componentes: ¿qué podría hacer que las previsiones de Mariano Rajoy no se cumplieran? En primer lugar, si el dólar sigue apreciándose frente al euro (si disminuye la cantidad de dólares que podemos obtener con cada uno de nuestros euros), lo que, a tenor de la tendencia, parece bastante probable, las previsiones ‘marianas’ se rebajarían sensiblemente.
Cotización $/€
Fuente: Elaboración propias a partir de Finanzas.com

No obstante, el tipo de cambio no es la variable más influyente en esta ecuación, en tanto que la cotización dólar-euro se ha caracterizado por su estabilidad y moverse en una banda muy reducida desde el nacimiento de la moneda común europea. Vamos a asumir, que el tipo de cambio permanece constante. Los factores fundamentales de riesgo para la factura petrolera son la cantidad y el precio. Si el precio se mantiene y las previsiones de crecimiento al 2% se confirman, aunque la factura crecería por la estrecha relación entre crecimiento económico y consumo de petróleo, podríamos continuar con nuestro insatisfactorio modelo de desarrollo “crecentista”. Sin embargo, todo parece indicar que, a medio plazo, los precios del petróleo, en un clima de alta volatilidad, van a tender a dispararse. La producción de los campos de petróleo no convencional explotados mediante ’fracking’, que han aupado a EE.UU. de nuevo al protagonismo como uno de los principales productores, decae exponencialmente al poco tiempo de comenzar a ser explotado y son difícilmente rentables (Heinberg, 2014). De hecho, Zero Hedge publicaba recientemente un gráfico en el que se ve cómo los costes de los principales yacimientos se acercan peligrosamente (los que no lo han traspasado ya) al precio mínimo necesario para rentabilizar sus pozos. Este espejismo de precios bajos es solo un paréntesis
Zero Hedge gráfico rentabilidad petróleo
en la época del “pico del petróleo”, en la que entramos en 2006, motivado por la caída de la demanda (por la crisis económica) y el aumento de la oferta (incremento momentáneo de la cantidad extraída gracias a nuevas técnicas como el ‘fracking’), combinado con operaciones defensivas por parte de la OPEP. El “pico del petróleo” no habla del agotamiento del combustible fósil, pues este nunca se producirá, sino de la disminución de la rentabilidad energética y económica del crudo restante. Tras más de una centuria extrayendo petróleo del subsuelo, el que nos queda es de peor calidad y más difícil de extraer, por lo que la tecnología solo puede darnos respiros momentáneos en nuestra particular huida hacia delante. La endiablada paradoja en la que se encuentra nuestro futuro energético reside en que los bajos precios del petróleo desincentivan las inversiones, como alertó recientemente la AIE, y que éstas solo tendrán sentido, empresarialmente hablando, cuando el precio del petróleo sea lo suficientemente alto como para acometerlas. Esta trampa nos aboca a un escenario de inestabilidad de precios con una intensa tendencia al alza (que, paradójicamente, es la única que podría "salvarnos" de la escasez), lo que hará que nuestra factura energética se torne insostenible, lastrando un crecimiento económico que, en el modelo actual, está fuertemente ligado al empleo, entre otras variables de relevancia socioeconómica. En 2013, con los precios del crudo por las nubes, las importaciones restaban 4,3 puntos a nuestro PIB. La caída del precio del petróleo hasta reducirse a la mitad comenzó en julio, por lo que no se trasladará a las cuentas del PIB en este ejercicio de manera particularmente intensa. Los analistas asumen que el petróleo se mantendrá en el atípico nivel actual, pero bastaría con que se recuperara la posición de hace tan solo 6 meses para que toda la parte de ese 2’5% de crecimiento imputado a los bajos precios quedase reducida a la mitad.  A veces, simplemente, da la sensación de que los Gobiernos y analistas insisten en cavar su propia tumba aventurando previsiones inconsistentes, que luego se podrán volver en su contra. Y esta vez puede salirles realmente caro.

Predicción tendencial (optimista por regresión lineal) de los precios del petróleo.