CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO
En los últimos meses estamos asistiendo a una bajada generalizada de los precios del petróleo, lo que desde los sectores “negacionistas” del pico del petróleo se toma como un espaldarazo a sus posiciones y una refutación del cénit del combustible fósil.
En los últimos meses estamos asistiendo a una bajada generalizada de los precios del petróleo, lo que desde los sectores “negacionistas” del pico del petróleo se toma como un espaldarazo a sus posiciones y una refutación del cénit del combustible fósil.
Hay que decir que incluso quienes, desde la
ortodoxia, niegan las consecuencias del pico del petróleo, admiten la
agotabilidad de los recursos en un planeta finito (¡!). Desde su óptica, los
mecanismos de la oferta y la demanda actuarían como freno natural a esta tendencia,
pues la reducción de la oferta de recursos (por su agotamiento) implicaría una
subida de precios que desincentivaría su demanda, transitando el sistema
socioeconómico hacia la explotación de otros recursos sustitutivos. Se
produciría, así, una transición gradual hacia otras fuentes energéticas. El
primer problema al que se enfrenta esta tesis es el de la la insustituibilidad
de algunos usos del petróleo (intenten fletar un avión transatlántico con
energía eléctrica!), pero no es el menor de ellos.
Naturalmente, sostienen los “negacionistas”,
si los precios del petróleo están cayendo es porque el petróleo es más abundante de lo que los defensores del ‘peak oil’
mantienen. Para entender la intrascendencia que la actual bajada de precios del
petróleo tiene sobre la supervivencia del combustible fósil como la fuente que
sostiene nuestro sistema socioeconómico (cerca de la mitad de la energía
consumida en Gran Bretaña, por ejemplo) conviene tener en cuenta que nos
encontramos en un nivel de producción en el que la curva de oferta del petróleo
es totalmente inelástica: es decir, que la cantidad de petróleo extraída
anualmente es absolutamente independiente de los precios. Esto es: el hecho de que aumenten los precios no va a hacer que las empresas petrolíferas extraigan más o inviertan más en nuevas prospecciones en busca de mayores ingresos por la venta del crudo. Se encuentran restringidas por algunas barreras que se detallan al final de este texto.
¿Por qué han bajado los precios? Como
sostiene Ugo Bardi en su artículo (en inglés) "Los precios del petróleo siguen bajando, pero esto no es una buena noticia", fundamentalmente por la caída de la demanda (fruto de la
crisis, coyunturalmente) y por el aumento de la oferta a raíz de la explotación masiva de pozos
de petróleo no convencional en EE.UU. en los yacimientos de lutitas. Pero, si
la cantidad de petróleo extraída está aumentando, ¿no desmiente esto también la
llegada del pico del petróleo? En absoluto. La Agencia Internacional de la
Energía ya reconoció en 2010 que la cantidad de petróleo convencional extraída
anualmente había entrado en declive en 2006. No obstante, esta disminución
se está viendo compensada (y superada) por la extracción de petróleo no
convencional, un combustible más costoso de extraer y refinar, y con una menor
capacidad energética que el petróleo convencional.
CONSECUENCIAS: FLOR DE UN DÍA
En ‘Snake Oil’, Richard Heinberg
demuestra que la extracción de petróleo no convencional en Estados Unidos no
solo es un pésimo negocio a medio plazo, sino que su fomento es una
catastrófica política de desarrollo regional, pues los rendimientos económicos
a corto plazo pronto desaparecerán como consecuencia del rápido agotamiento de
estos pozos. Recientemente, El País publicaba el artículo “Surfeando
sobre petróleo” en el que se relatan algunas obras disparatadas que se
están llevando a cabo en algunos Estados afectados por la burbuja de las
lutitas, como la piscina de olas de 76 millones de dólares de Willingston
(40.000 habitantes). Como punto positivo
cabría decir que ahora gastarse los réditos de la burbuja inmobiliaria en
aeropuertos parece menos estúpido.
Tan solo durante el primer año de
explotación, la tasa de extracción de estos pozos petrolíferos decae un 70% y
Heinberg estima que antes de que termine esta misma década, estos yacimientos
contarán con una cantidad de combustible tan baja que lo más rentable para las
empresas extractoras será cerrar la explotación.
Fuente: Heinberg (2014) Snake Oil
Por lo tanto, esta caída en los
precios es puramente artificial y flor de un día. Hay quienes equivocadamente
piensan que el pico del petróleo se reduce a la obviedad –que, no obstante, conviene
recordar– de que el petróleo es un recurso limitado y se está acabando. Todavía
queda, físicamente, petróleo y combustibles fósiles suficientes como para
prolongar su era muchísimo tiempo más. Sin embargo no se trata de eso, sino de
una cuestión de gestión de recursos: el problema no es que el petróleo se agote
–que también– sino que el petróleo técnicamente extraíble, económica y
energéticamente rentable es cada vez menor. Desde el año 2006 la cantidad de
petróleo convencional extraído anualmente es menor mientras la demanda crece
(en tendencia, más allá de la actual coyuntura) y los cada vez más infrecuentes descubrimientos de nuevos yacimientos (lo que puede permitir ligeros crecimientos de la oferta) se apoyan cada vez en mayor medida en
petróleos no convencionales. Tan solo este choque entre una demanda que tiende a crecer (empujada por los países emergentes) y una oferta estancada bastaría a cualquier diseñador de política económica y/o energética con dos dedos de frente para prever, al menos, que los precios tenderán a subir y, siendo más exigentes, a cambiar el modelo energético. Por si no fuera este un conflicto menor, los petróleo no convencionales (los que están sosteniendo la oferta) son más caros de extraer, sujetos a tasas de
agotamiento mayores y con tasas de retorno energético (la cantidad de energía que
logramos extraer por cada unidad de energía que empleamos para obtenerla)
menores. Con este panorama, el futuro más plausible es más bien el de
restricciones en el suministro energético, como recientemente advertían investigadores de la Universidad de Valladolid, así como la volatilidad en los
precios del petróleo, aunque con una clara tendencia al alza (ver gráfico inferior, realizado en 2013, por lo que no refleja la actual caída).
Fuente: Javier Pérez. http://crashoil.blogspot.com.es/2013/02/otra-aproximacion-la-evolucion-futura.html
Por lo tanto, ni las bajadas de precios son una buena noticia para el futuro de la fuente energética a la que nuestras sociedades son adictas, ni su futura alza permitirá acometer una transición gradual que impida el agotamiento del petróleo (pues la cantidad extraída es independiente de los precios, como hemos visto). Lo más probable, no obstante, es que el petróleo nunca termine de agotarse, es cierto, pero el coste de extraerlo y la menguante cantidad de energía que nos proporcionará (por su menor tasa de retorno energético) harán inviable el modelo económico y social sobre el que hemos descansado el último siglo y medio. Lo más inteligente, como especie, sería planificar una transición que ya es difícil de acometer sin shocks traumáticos debido a las inercias existentes (una de ellas, nada menos que un calentamiento global que no detendría su avance ni aunque no quemaramos ni una sola gota de petróleo más). Para esto no hay atajos, ni trampa ni cartón.
1 comentario:
Estamos sumidos en un engaño, reconvertido en autoengaño, que nos deja paralizados y sin reacción. O peor aún, reaccionando mediante la negación y el mantenimiento de la apuesta por el mismo caballo perdedor.
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