martes, 9 de marzo de 2010

Inmigración, teoría y política económica

La doctrina económica clásica y neoclásica se caracterizan por promover la total libertad económica, de modo que los precios sean el fiel reflejo del valor real de las mercancías -que vendría determinado por la escasez o abundancia de las mismas-, evitando cualquier distorsión externa como impuestos, subvenciones, etcétera. La política económica que aconseja ésta doctrina está encaminada, lógicamente, a reducir la intervención de los Estados a una serie de funciones administrativas, de garantía de marco legal y de seguridad militar.

Pero que el Estado no intervenga no es suficiente para que la formación de los precios sea, digamos, pura. Para ello son necesarios una serie de requisitos de entre los cuales hoy me interesa la movilidad de factores productivos. Las teorías ortodoxas, nos indican que la situación óptima en la economía requiere de la movilidad internacional de capital y trabajo. Así, centrándonos en sólo dos países y un solo sector de la economía, el país que en ese sector ofrezca unos salarios más altos atraerá a los trabajadores del otro país, generando una situación a largo plazo en la que los salarios para ese sector se igualen. De igual forma se comportarían los capitales.

La libre movilidad del capital a escala internacional es una política económica elevada al rango de ley, algo que queda fuera de todo debate. Las transacciones internacionales de capital no están sujetas a imposición, si siquiera el 1% de la tasa Tobin, lo que es coherente con la teoría económica neoliberal y que genera unas consecuencias no tan halagüeñas como proponen los teóricos-salvo para los poseedores de grandes fortunas- . No tienen ni una sola barrera.

Sin embargo, la coherencia anterior se desvanece cuando hablamos de la movilidad del trabajo. El mecanismo de ajuste automático que describe la teoría clásica no parece justificar en este caso el fomento de políticas que favorezcan dicha situación. En efecto, la inmigración no sólo se desincentiva y se trata de evitar, sino que, incluso, en algunos países, se persigue como un crimen.

En éste caso, quienes aconsejan la reducción e incluso desaparición de los Estados, no dudan en exigir que se repriman esos movimientos migratorios de personas, empujadas precisamente por un sistema económico internacional que avoca a al subdesarrollo a los países emisores. La movilidad internacional de capitales, que tanto beneficia a aquellos que los poseen, se consolida como una institución inquebrantable, defendida por las Instituciones Financieras Internacionales, economistas ortodoxos y Gobiernos interesados. Mientras tanto, miles de personas son arrojadas al mar y los caminos en busca de unas mejores condiciones de vida, impedidas en sus países, y son perseguidas y maltratadas a petición de aquellos que dicen exigir la Libertad con mayúsculas.

¿Qué clase de hipocresía es ésta?

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