ESPÍTITU EMPRENDEDOR: PERDEDOR SEGURO.
La obsesión con los 'emprendedores', lo que algunos consideran ya como la crisis de los emprendedores subprime, despierta recelos en algunos e irrita a muchos. ¿Eufemismo para denominar al empresario de toda la vida? ¿Retorcida estrategia para responsabilizar indirectamente a los desempleados por su situacón? Lo cierto es que la definición de la RAE para 'emprendedor' es la siguiente: “Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas.” Y para 'emprender', esta otra: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro.”
La obsesión con los 'emprendedores', lo que algunos consideran ya como la crisis de los emprendedores subprime, despierta recelos en algunos e irrita a muchos. ¿Eufemismo para denominar al empresario de toda la vida? ¿Retorcida estrategia para responsabilizar indirectamente a los desempleados por su situacón? Lo cierto es que la definición de la RAE para 'emprendedor' es la siguiente: “Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas.” Y para 'emprender', esta otra: “Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro.”
La apropiación de este
verbo y su correspondiente adjetivo por parte de Gobiernos y medios
de comunicación para la actividad comercial es evidente. Este
capitalismo en decadencia está recuperando la mística heroica del
empresario, del comerciante aventurero que descubría tierras
desconocidas con el objetivo de expandir los mercados cada vez más
estrechos del ya por entonces viejo continente.
Hoy, los emprendedores,
tienen la hercúlea tarea de levantar los cimientos de un nuevo
capitalismo creativo, vigoroso y audaz, que revitalice las dañadas
estructuras productivas de la agotada, cuando no senil, Europa. Malas
noticias: no lo conseguirán. Dejan descansar la responsabilidad de
la salida de la crisis en la iniciativa individual, como si por sí
sola pudiera generar los mimbres para una economía ya no con pleno
empleo, objetivo de la política económica olvidado, sino un
crecimiento sostenido.
La ley de Say (Jean
Baptiste Say, 1767-1832) reza que toda oferta genera su propia
demanda, que la economía tiende a este equilibrio. Todo lo que se
produzca será consumido, de lo contrario no se producirá. Oferta y
demanda caminan de la mano en perfecto matrimonio, por lo que la
solución debe ser el emprendimiento, impulsar políticas que
incentiven la oferta. Para los gurús neoliberales, basta con despertar la "capacidad productiva durmiente de nuestra economía".
Lo que no se tiene en
cuenta es que una demanda formada por consumidores con cada vez menos
rentas no va a reaccionar comprando esos bienes y servicios a estos
salvadores de la economía por el mero hecho de que existan.
El problema es mucho más
profundo y para ello hay que comprender la naturaleza de las crisis
en una economía de mercado, algo que nadie ha analizado con mayor
brillantez que los economistas heterodoxos. Para resumir, explicaré
brevemente las dos grandes teorías de las crisis, enunciadas por
Keynesianos, poskeynesianos y marxistas, para descubrir que el
discurso del emprendedor tiene bastante más de intencionada
propaganda que de estrategia económica seria.
Estas dos teorías son
las del subconsumo y la de la sobreproducción. La primera viene a
decir que la inadecuada distribución de la renta inherente a las
economías de mercado hace que las grandes masas sociales sean
incapaces de absorber toda la producción, por insuficiencia de su
capacidad de compra. O, como diría Keynes, por insuficiencia de la
demanda. Para muchos
autores defensores de esta postura, la intervención del Estado es la
solución a esta tendencia que se inicia por la mala
distribución de la renta haciendo precisamente eso, redistribuir la
renta de forma más equitativa, esto es: con impuestos progresivos
que financien servicios públicos como la educación, la sanidad y la
asistencia social.
Según Louis Gill, en una
crisis no solo se produce una caída de la demanda de productos de
consumo, sino también de medios de producción. El problema se
encuentra en las dinámicas del proceso de producción de los bienes
y los servicios, es decir, en el propio sistema productivo. Existe un
problema de sobreproducción. Este podría deberse al aumento del
poder monopólico de los productores en general (una tendencia
bastante visible, especialmente en sectores que implican un gran
tamaño en la empresa) o por una intensificación de la competencia,
algo bastante extendido en sectores con fuerte atomización.
La importancia de la
diferencia entre una teoría y otra reside esencialmente en las enseñanzas que se pueden extraer de ellas. ¿Es un problema de
desequilibrio que puede ser corregido por las sociedades para evitar
las negativas consecuencias del capitalismo para las personas, o es
más bien el propio sistema económico el que hace que esta situación
sea permanente, necesaria?
Una cosa está clara, los
emprendedores se enfrentan a una economía que, o bien está enferma
en lo más profundo,o bien se encuentra en una situación de
desequilibrio que nuestros gobernantes y la decrépita europa no
quieren solucionar.